Este logro fue posible a la disposición de los microscopios electrónicos, entre ellos el del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIAID en inglés), a pesar de que el coronavirus mide 100 a 200 nanomicras. El nombre de coronavirus proviene de las protuberancias (recuerda más bien a un en forma de corona), que sobresalen de su cobertura. El virus está envuelto en una burbuja de moléculas de lípidos aceitosos, que se deshacen al contacto con el jabón.
Esta imagen de tomografía electrónica realizada con microscopio desvela la presencia de coronavirus (en amarillo) entre varias células humanas (en color azul, rosado y turquesa). El jabón destruye la membrana lípida del virus, por lo que es la primera barrera de lucha contra el virus y uno de los mejores métodos para protegerse de este patógeno. Desprovisto de su membrana, el virus queda completamente inactivo, incapaz de penetrar en la membrana celular.
En la imagen microscópica anterior muestra al virus en amarillo invadiendo tejido celular humano. El virus fue aislado de una muestra de un paciente estadounidense infectado.
Uno de los debates más interesantes sobre los virus es si se trata o no de seres vivos. Podría decirse que no están vivos, porque no pueden reproducirse por sí mismos, pero tampoco están muertos, pues no capaces de entrar en nuestras células y replicarse. Su evolución viene de lejos, pues se remonta a hace unos 3.500 millones de años, cuando empezaron a prosperar las primeras formas de vida, el debate sobre su naturaleza está todavía vivo entre la comunidad científica.
Para más información visitar: https://www.niaid.nih.gov/